domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Qué ha pasado con el paciente 67?










Mucho ha cambiado desde que Leonardo Dicaprio correteaba por la cubierta del Titanic a las órdenes de James Cameron. Desde entonces, apadrinado por Martin Scorsese, Dicaprio ha crecido, ha madurado y ha sido nomiado en repetidas ocasiones al Oscar. Ahora, tras el éxito de Infiltrados, el aprendiz se reúne de nuevo con el maestro en Shutther Island, una prisión para dementes criminales situada en una isla perdida de la mano de Dios.

No se puede decir que Scorsese esté especializado en el género de misterio o terror, sin contar con que las incursiones de directores reputados en mares en los que no están habituados a nadar pueden terminar en ahogos entre los espectadores (y si no, acercáos al cine más cercano donde estén pasando Anticristo y me contáis). Sin embargo, si Scorsese sabe de algo, es de cine. Es uno de esos directores que no sólo hacen buen cine: lo respiran, lo beben y lo emanan por cada poro de su piel, impregnando cada fotograma de sus películas con ese aroma a arte como sólo los clásicos saben hacer.

Por ello, la expectación que ha levantado Shuthher Island, su último trabajo, es más que tangible entre los aficionados al buen cine. Gracias a un gran reportaje publicado originalmente en la revista Cahiers du cinema hemos podido tener una visión más precisa del rodaje de este filme. El artículo (disponible en inglés aquí) sumerge al lector en el rodaje de una película que bebe, entre otros, de dos grandes del cine, Alfred Hitchcock y Orson Welles.

Una de las grandezas de "Marty", como le llaman los amigos, es su capacidad visual; el arte que desprende su planificación. A la manera clásica, toda su puesta en escena es siempre de escuela, de las que se estudian en cine, ajustando su sabiduría y estilo a los nuevos tiempos. Esta nueva película cuenta los problemas de un marshall de los Estados Unidos (Dicaprio) cuando acude a Shutter Island para investigar la desaparición del paciente 67. Sin embargo, pronto se revelarán secretos en el pasado del protagonista que quizá tengan que ver con la isla o alguno de los pacientes.

Basada en la novela de Dennis Lehane, quien también escribió Mystic River, la película sigue la estela de un clásico film noir. Intrigas, giros de guión, mentiras, sospechas... Un ámbito en el que Scorsese, a juzgar por el artículo de cahiers du cinema, se desenvuelve con soltura, profesionalidad y maestría.

Como siempre, el director presta una cuidada atención a la planificación: el uso de grandes angulares para rodar largos corredores e inquietantes pasillos en los que personaje y espectador se sientan abrumados por una sensación de opresión y claustrofobia es uno de los destacables ejemplos. Pero dadas las características de la historia, con ensoñaciones y alucinaciones, "Marty" ha empleado la planificación y puesta en escena para deformar la realidad y acercarla a lo irreal. Al mismo tiempo, ha intentado filmar estas alucinaciones de un modo ligeramente real, con la intención de despistar al espectador para que no sepa qué es real y qué irreal, dónde empieza el sueño y dónde la vida real.

Como todo buen filme de terror, intriga o suspense, Scorsese quiere que Shutther Island inquiete al espectador, que le incomode en la butaca. Con la vista puesta en ese fin ha empleado largos planos detalle durante las conversaciones, especialmente de los ojos y los rostros de los persoanjes. Dependiendo de la función narrativa del plano Scorsese ha trabajado mucho con las miradas de los personajes, tanto como si miraran hacia el espectador como si miraran fuera de campo (es decir, fuera de lo que vemos en pantalla). La mirada es un arma de tremendo impacto y significado en el cine, un arma con la que los buenos actores y directores consiguen interpretaciónes y moemntos antológicos. Woody Allen lo sabe, Scorsese también. Por ello, el director de Taxi Driver ha trabajado mucho las miradas de sus personajes, para utilizar la enorme fuerza comunicativa de una mirada. Y es que bajo los ojos de una buena planificación, los efectos de una buena mirada se multiplican.

Referencias a los grandes, clasicismo en la puesta en escena, gran reparto (a Dicaprio le acompañan Mark Ruffalo, Ben Kingsley o Max Von Sydow)... Una apuesta a tener en cuenta para el próximo año, una película que bebe de los clásicos, realizada por uno de los grandes y con referencias a los más grandes. Sea lo que sea que le pase al paciente 67, merecerá la pena descubrirlo.

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