sábado, 4 de diciembre de 2010

Cuando la violencia en el cine cuestiona nuestra moral


La venganza. Ese plato que se sirve mejor frío y que ha inspirado tanto obras literarias como cinematográficas, es la base argumental de I saw the devil, película de impecable factura visual que no tuve ocasión de ver en Sitges pero a la que he podido acceder hace poco. Una oda a la violencia, a la venganza, que al mismo tiempo se cuestiona hasta dónde llegan los límites morales de una venganza de sangre.

Ji-Woon Kim (Dos hermanas) vuelve a maravillar al personal con una historia de venganza y amor. O mejor dicho, una historia de venganza por amor. Byung-hun Lee (Ji-Joe ) y por Min-sik Choi (Oldboy) protagonizan este cara a cara sangriento en el que el psicoápata (Choi) acaba siendo perseguido por un agente (Hun Lee) después que el primero matara brutalmente a la esposa del segundo. La película se convierte en una road movie sangrienta en la que perseguidor y perseguido se enfrentarán en varios cara a cara, a cada cual más violento. 

Visualmente impecable, la puesta en escena de I saw the devil deslumbra por la movilidad de la cámara, otorgando un ritmo más ágil al que acostumbra el cine coreano. A pesar de todo, la película peca de exceso de metraje y termina haciéndose algo larga. Eso sí, algunos de los momentos mejor conseguidos resultan casi épicos gracias a la perfecta comunión de planificación, actuación, música y puesta en escena. 

Por muy buena que sea la puesta en escena, la trama y la idea central del filme que nos ocupa no deben olvidarse, porque responden a la pregunta de si vengarse de las atrocidades cometidas por el monstruo no le convierte a uno en un monstruo también. Cuando el cine entretiene y cuestiona podemos hablar de una gran película, podemos hablar de magia. Podemos hablar de cine. Sí, aunque sea tremendamente violento.


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