lunes, 13 de febrero de 2012

La Momia: entre vendas y maldiciones


Con nuestro propósito habitual de que cada semana conozcáis un poco más de la historia del cine de terror ya os hemos hablado de la mayoría de los monstruos que empezaron a asomar sus cabezas (o derivados) por las pantallas en este género, influenciando y potenciando el cine de nuestros días: hombres lobo, vampiros, mutantes, extraterrestres… Pero en la lista nos faltaba uno de los seres que más pesadillas ha provocado a espectadores desde el comienzo del cine, sobre todo a aquellos que se decidían a hacer un viaje a Egipto: las momias. 

Es a la productora Universal a la que debemos agradecer la incursión de esta temática en el cine gracias a La momia (1932). Pero a pesar del éxito que tuvo en taquilla, la Universal decidió no hacer secuelas como era habitual con sus películas de terror. Así que no fue hasta la década de los cuarenta cuando volvió a aparecer notablemente este ser en pantalla, precisamente gracias a unas secuelas de serie B producidas por la propia Universal que planteaban la historia de distinta manera, enfocándola más al cine de aventuras. Aunque estas películas gozaron de buenas críticas y bastante éxito, nosotros hoy nos vamos a centrar en la versión de principios de la década de los sesenta que nos dejó la Hammer.

La Hammer fue, entre los cincuenta y los setenta, la productora de terror más importante de Europa y como tal proporcionó grandes y abundantes títulos al cine de género. Dio vida desde otra perspectiva a seres ya antes vistos en pantalla como Drácula o Frankenstein; y revivir a la momia fue otro de sus aciertos. Así, en 1959, Terece Fisher (un habitual de la productora) se puso tras las cámaras para dirigir La Momia. Para esta versión Fisher decidió no basarse en el original del treinta y dos, sino en esas películas de serie B que comentábamos anteriormente, siguiendo la historia de La mano de la momia (1940) y La tumba de la momia (1942). 

El argumento de La Momia (1959) seguramente, aunque no la hayáis visto, se os hará familiar. Pues con estas películas se sentaron las bases de todos los filmes que seguirían esta temática y que han ido apareciendo hasta el día de hoy: Dos arqueólogos, padre e hijo, se embarcan en una expedición por Egipto para estudiar la tumba de la reina Anaka. El padre comete el error de leer en voz alta un conjuro que devuelve a la vida a Kharis, el guardián de la reina, el cual tendrá como principal objetivo, a partir de ese momento, vengarse de aquellos que han decidido molestar en su descanso eterno a Anaka. 

Como se puede observar, todo el argumento se trata de una secuencia de lo que serán los clichés y elementos clave para cualquier película sobre momias y tumbas malditas. 

Aunque es cierto que en la década de los sesenta esta obra fue un éxito, Fisher hoy en día se quedaría en lo que podríamos llamar un director insulso. Todas sus obras eran técnicamente correctas, sin riesgos y con guiones de diálogos extensos y teatrales; algo que era aceptado en los cincuenta, pero que en la actualidad aburriría a un público en busca de acción y aventura en este tipo de temática. 

Sin duda, lo mas especial del film son las actuaciones de Christopher Lee y Peter Cushing. Aunque al primero poco le vemos la cara, ya que, salvo al principio del film, se pasa la hora y media de película lleno de vendas y andando a duras penas tras los protagonistas. Todo hay que decir que en realidad a Lee esto no le fue nada mal, puesto que durante este rodaje sufrió varios accidentes provocando que en muchas secuencias el cojeo de la momia sea más real de lo que muchos se puedan imaginar. Se podría decir que en más de una secuencia la película se salva por el carisma de sus actores ya que el guión y los diálogos resbalan a lo largo de todo el metraje y el clímax de la misma deja mucho que desear. 

A pesar de que en la actualidad las películas sobre la momia de la Hammer no estén muy valoradas, lo cierto es que ayudaron a potenciar la temática y dejaron en bandeja a futuros directores las claves para una buena historia. El ejemplo está en cómo la Universal retomó en 1999 La Momia creando un gran éxito de taquilla que dio la posibilidad de varias secuelas y un spin off como El rey Escorpión (2002). 

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